


El proyecto deriva hacia una triple solución:
El programa expositivo sustituye la terraza inferior de la Casa Tait, que funciona como sede de una colección de numismática con espacios para muestras temporales, y la manzana de huertos en pendiente al sur. Se organiza en una serie de salas independientes, vinculadas mediante un recorrido interior pero que cuentan con accesos propios desde el exterior. Anejos al conjunto se sitúan talleres para artistas becados y una guardería.
El centro de convenciones inserta en el terreno las salas, para 400 y 800 personas, de forma que conservan luz natural y vistas suavizando el impacto de su volumen en el entorno.
También se excava parte del vacío a los pies de la cornisa construida del noroeste para disponer el centro de ocio, que cierra un patio: el edificio resultante queda exento sin añadir una volumetría más al confuso conjunto preexistente.
La ladera se coloniza con el hostal, distribuido en cuatro torres de altura decreciente que permite que todas las habitaciones tengan orientación sur, y vistas sobre el río en la mayoría de los casos.
Las viviendas, por último, completan el conjunto de edificios de la ladera oeste del parque. Se ocupan algunos edificios existentes para alojamiento y talleres, a los que se añade una serie de viviendas dúplex, con talleres indiviudales propios, con una distribución mixta en hilera y torre.